domingo, 4 de abril de 2010
Pestañas de gato
Quedaban 3 cigarros. Uno de ellos fue fumado, aunque no debía hacerse. El cáctus se quedó donde mismo, mientras las hojas encima del teclado se caían cuando la tos era fuerte. No durmió, y escuchó toda la noche el segundero del reloj. Silencio total, mientras las murallas se juntaban hacia uno. El techo se caía pero la almohada era la salvación. El sonido del ronroneo se sentía, mientras sus pestañas grandes cuidaban esa tos, que por culpa del pasto nació cuando se menos se le esperaba.
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